Bajo mi valoración de todos los avances que han transformado los diversos ámbitos de nuestras vidas, Internet es el más poderoso. Ha abierto las puertas de un nuevo mundo, el cual posibilita interacciones novedosas. Hoy podemos comunicarnos con otras personas sin la limitación del espacio y tiempo, rompiendo todas las barreras que antes limitaban nuestro enriquecimiento y conocimiento del mundo, al igual que el de las personas que viven en él.
Internet afecta en todos nuestros ámbitos, desde el laboral al lúdico, siendo su alcance insoñable para todos aquellos que en algún momento de la historia intentaron predecir el futuro de los avances. El hablar de Internet supone asumir que nuestro desarrollo de actividades y relaciones sociales, las cuales forjan nuestra personalidad, no se encuentra limitado por ningún agente. Proporciona un lugar de encuentro, un nuevo mundo, donde nuestras relaciones e interacciones no tienen limitación y precisamente donde podemos enriquecernos de los conocimientos de personas del todo el mundo.
Pero precisamente como mundo interconectado a nuestras vidas, ocupa un lugar en nuestro tiempo cotidiano, dejando a un lado otro tipo de actividades e interacciones, más humanas, que antes eran las únicas posibles a realizar. Y aunque esto sea negativo, no hay que obviar que Internet ha supuesto encontrar un lugar donde la información no tiene límites para las personas y donde nuestro ocio, así como nuestras vidas y relaciones sociales, cobran un especial sentido abierto a las nuevas oportunidades que este avance nos libra.
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